LA RESPUESTA DE PRADA: … A MEDIO PERÚ, EN FIN, LE RECONOZCO EL DERECHO A
CLAMAR CONTRA MÍ: SE LO NIEGO AL OBRERO…
De Osma era uno de los aristócratas de cuya compañía se jactaba Píérola: fundaría La
Prensa, como diario Pierolista, en 1903. J. Ramón Sánchez, presidente de la Sociedad de Artesanos, gozaba de la
confianza de Don José Antonio Miró
Quesada. Don Manuel, aunque
anarquista y revolucionario, había crecido en
los usos y costumbres de la alta sociedad a que, pertenecía su familia. Recibió cortésmente a 1os padrinos de Vidaurre y nombró a los suyos. Fueron
Abelardo Gamarra, el desgarbado y fiel
director de La Integridad, y don Eduardo Lavergne, hombre de
negocios, muy bien acreditado en los medios bursátiles y comerciales de Lima. A ellos les entregó una carta muy en el _estilo de
su autor: razonada, altiva y terminante. La carta fue publicada en los periódicos 167. En sus párrafos esénciales decía
lo siguiente:
LA
RESPUESTA DE PRADA
Lima, 1 de setiembre de 1898
Señores Pedro de Osma y José Ramón Sánchez.
Muy señores míos:
En el Perú vivimos sujetos al capricho de
autoridades más o menos ilegales y buenos quedaríamos si de la Nación surgiera hoy una colectividad que por una indefinida serie de
lances personales o vías de hecho, impusiera silencio a los hombres que hablen
o escriban con entera libertad. ,
Cuando publiqué mi discurso leído en la
"Unión Nacional", la "Sociedad de
Artesanos", en vez de alegar hechos y razones que desvirtuaran el efecto
de mis palabras (acres pero moralizadoras)
recurrió a su periódico oficial para injuriarme, .calumniarme y
amenazarme a reflexiones sobre los artesanos de Lima en general, respondió con el vilipendio individual.
amenazarme a reflexiones sobre los artesanos de Lima en general, respondió con el vilipendio individual.
Yo había marcado muy bien la distancia del
jornalero al artesano que medra en la mala
política, yo había lanzado un grito en favor de
víctimas o desheredados ¡ y sin embargo la "Sociedad de Artesanos" dio a mis frases un carácter odioso, interpretándolas
en sentido que me hacen aparecer como. Enemigo del trabajador. A cívicos, civilistas y constitucionales, a medio Perú, en fin, le reconozco el derecho a clamar contra mí: se lo niego al obrero, al hombre que vive del trabajo honrado.
en sentido que me hacen aparecer como. Enemigo del trabajador. A cívicos, civilistas y constitucionales, a medio Perú, en fin, le reconozco el derecho a clamar contra mí: se lo niego al obrero, al hombre que vive del trabajo honrado.
Aquí se presente un conflicto del dominio público: de un lado se encuentra un
individuo que dibuja un estado social, del otro se yergue una colectividad que pretende hacerle callar.
Al país le toca,
pues, decidir y conceder a cada uno el lugar que le corresponde.
Con las líneas anteriores, creo dejar contestada la carta que
Uds. me enviaron.
Uds. me enviaron.
Su atento y S.S.
M. G. Prada
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