sábado, 20 de julio de 2013

-DÉJEME USTED VENIR A VERLE, SEÑOR GONZÁLEZ PRADA. SOY MUCHACHO, PERO QUIERO SER SU AMIGO.


HAYA DE LA TORRE INICIA SU REPORTAJE DEL SIGUIENTE MODO: 


"Conocí a González Prada diez días después de mi arribo a Lima en 1917, cuando, según el burlesco decir de los señoritos capitalinos, llevaba todavía "la lana de provincia". Yo era entonces un jovencito a la criolla, enfermo hasta los huesos de esa 
frivolidad epidémica "peste de gente decente", que manifiesta sus primeros síntomas a la salida del colegio y se agudiza hasta el colapso al entrar en la universidad... 
"



La pregunta central de Haya a González Prada, fue sobre la Universidad. He aquí el párrafo pertinente:

"¿Es usted un joven escritor?
-No, señor, yo soy un estudiante que vengo a la Universidad, le respondí.
González Prada hizo un gesto apenas perceptible y añadió:
        -¡Ah! la Universidad...                        .                                       .

Yo le miré con curiosidad y sin duda le dije con los ojos: 
-Bueno, ¿y la Universidad, qué?
González Prada me añadió:
-La Universidad será para usted un crisol. Será usted consumido por ella o se salvará usted.
Yo cobré cierta animación y le repuse: 
-¿Es tan mala la Universidad?

González Prado hojeó un poco el libro que lo ye había traído, y luego, con él entre sus manos blancas y finas me dijo mirándome con sus ojos claros:
-Tan malo, tan mala, que ya no tenemos juventud.

La serenidad, la sencillez de aquel viejo erguido y fuerte me dio mucho valor. Recuerdo que pude decirle ya como a un camarada:
-Pero en provincias tenemos una juventud. 
González Prada me dijo inmediatamente: 
-Es verdad.

Luego me mencionó nombres de jóvenes de Arequipa. Me mencionó el nombre de Urquieta, de Percy Gibson, y recordó a Orrego entre los nuevos de Trujillo.

Terminé mi Visita. Yo recuerdo que le dije, ya en la puerta del corredor donde me despidió:

-Déjeme usted venir a verle, señor González Prada. Soy muchacho, pero quiero ser su amigo.

-Venga usted, venga usted siempre, y mi casa está en la 
Pu
erta Falsa del Teatro. Vaya usted allá, me dijo.






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