HAYA DE LA TORRE INICIA SU
REPORTAJE DEL SIGUIENTE MODO:
"Conocí a González Prada diez días
después de mi arribo a Lima en 1917, cuando, según el burlesco decir de los
señoritos capitalinos, llevaba todavía "la lana de
provincia". Yo era entonces un jovencito a la criolla, enfermo hasta los huesos de esa
frivolidad epidémica "peste de gente decente", que manifiesta sus primeros síntomas a la salida del colegio y se agudiza hasta el colapso al entrar en la universidad... "
frivolidad epidémica "peste de gente decente", que manifiesta sus primeros síntomas a la salida del colegio y se agudiza hasta el colapso al entrar en la universidad... "
La pregunta central de Haya a González Prada, fue sobre la Universidad. He aquí el párrafo pertinente:
"¿Es usted un joven escritor?
-No, señor, yo soy un estudiante
que vengo a la Universidad, le
respondí.
González Prada hizo un gesto apenas
perceptible y añadió:
-¡Ah! la Universidad...
.
.
Yo le miré con curiosidad y sin duda le dije
con los ojos:
-Bueno, ¿y la Universidad, qué?
-Bueno, ¿y la Universidad, qué?
González Prada me añadió:
-La Universidad será para usted un crisol. Será usted consumido por ella o se salvará
usted.
Yo cobré cierta animación y le repuse:
-¿Es tan mala la Universidad?
-¿Es tan mala la Universidad?
González Prado hojeó un poco el libro que lo
ye había traído, y luego, con él entre sus manos blancas y finas me dijo
mirándome con sus ojos claros:
-Tan malo, tan mala, que ya no tenemos juventud.
La serenidad, la sencillez de aquel viejo
erguido y fuerte me dio mucho valor. Recuerdo que pude decirle ya como a un
camarada:
-Pero en provincias tenemos una juventud.
González Prada me dijo inmediatamente:
-Es verdad.
González Prada me dijo inmediatamente:
-Es verdad.
Luego me mencionó nombres de jóvenes de Arequipa. Me mencionó el nombre de Urquieta, de Percy
Gibson, y recordó a Orrego entre los nuevos de Trujillo.
Terminé
mi Visita. Yo recuerdo que le dije, ya en la puerta del corredor donde me
despidió:
-Déjeme usted venir a
verle, señor González Prada. Soy muchacho, pero quiero ser
su amigo.
-Venga usted, venga usted siempre, y mi casa
está en la
Puerta Falsa del Teatro. Vaya usted allá, me dijo.
Puerta Falsa del Teatro. Vaya usted allá, me dijo.
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