DON MANUEL Y ALFREDO: CARTAS
MARCADAS
Alfredo podía jactarse, y era
natural, de que su padre, rompiendo su repugnancia al género epistolar, le
enviase frecuentes y largas cartas. De las que me comunicó Alfredo, he dado
síntesis de ello en Don Manuel Alfredo pretendía ofrecer en ellas un retrato íntimo de su temido
padre: afable, comunicativo, experto fabricante de goma de pegar, prolijo
afilador de lápices, bromista memorable.
En los fragmentos epistolares
que me comunicó Alfredo y que el mismo destruyó, se revela el alma de González
Prada. Con su hijo no tenía misterios. Era suave, juguetón. Se divertía con él
como un león con su cachorro. Claro i que
hacía participar de su pueril jolgorio a doña Adriana: ella gozaba
infinitamente con los extravíos domésticos de su gladiador. En una carta le
cuenta a Alfredo:
"Una gran desgracia en la familia: Michichi ha emprendido el gran
viaje... · Los demás animales seguimos disfrutando de salud"
La frase recordaba el tema de la
tesis de Alfredo para graduarse .de abogado: El derecho y los animales, que tanto revuelo causó en los
claustros sanmarquinos. Aficionado como era a las faldas, el joven diplomático
refiere a su austero padre, algunos episodios picantes de su vida en Buenos
Aires. Don Manuel responde:
/
"¡Canalla! ¡Doble canalla!
¡Triple canalla! Conque siguiendo mis aficiones, ¿te vas a los paseos a ver mujeres Adriana y yo estamos escandalizados
con tus palabras. Quisiéramos decirte unas cuantas desvergüenzas, pero las he
olvidado; aquí, en esta casa de recogimiento, no resuenan voces groseras".
Era un amable contrapunto entre el polemista catoniano y el padre
tierno.
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