sábado, 9 de mayo de 2015

Los Libros en mi Vida Henry Miller

“¡El hombre es su propio libertador!” ¿No es esta la enseñanza última? Ha sido una y otra vez, y ha sido probada reiteradamente por grandes figuras mundiales. ¿Maestros? Sin duda. Hombres que no expusieron principios, leyes, dogmas morales ni credos, sino la vida. “En realidad los grandes maestros no establecen leyes, quieren poner al hombre en libertad” (Krishnamurti).

Lo que distingue a Krishnamurti de los grandes maestros del pasado, los maestros y los ejemplares, es su absoluta desnudez. El único papel que se permite representar es el de sí mismo como ser humano. Vestido solamente con la fragilidad de la carne, depende íntegramente del espíritu, que se identifica con la carne. Si tiene una misión, esa misión consiste en despojar a los hombres de sus ilusiones y alucinaciones, derribar los falsos pilares de ideales, creencias, fetiches y todo tipo de muletas, y devolver así al hombre la plena majestad, la plena potencia de su humanidad. Muchas veces ha sido mencionado como “el Maestro del Mundo”. Si algún hombre vivo merece ese título es él. Pero para mí lo importante de Krishnamurti es que no se impone sobre nosotros como maestro sino como hombre.
Halla tú mismo, dice, cuáles son las posesiones e ideales que no deseas. Sabiendo lo que no deseas, por eliminación descargarás la mente, y sólo entonces comprenderá tu mente lo esencial, que está siempre.



En 1950, Henry Miller comenzó a escribir sobre sus libros y autores favoritos, una tarea que llegaría a entusiasmarle e incluso obsesionarle. Se propuso ordenar de forma cronológica todo lo que había leído a lo largo de su vida, un mastodóntico plan que le llevaría a volver sobre lecturas de juventud e intentar conseguir, por medio de conocidos y amigos, volúmenes ya perdidos pero que siempre estuvieron en su cabeza. Los libros en mi vida sería el primero de varios tomos. 
Sin embargo, y pese a comentar Miller al comienzo sus planes para sucesivas entregas, los restantes no llegaron a editarse. Probablemente, ni siquiera se escribieron. El autor de Trópico de Cáncer o Sexus nos muestra aquí sus lecturas favoritas a modo de bibliografía, llegando incluso a enumerarlas a modo de apéndice en las páginas finales. Se trata de una lista que sirve para rastrear con cierta claridad sus influencias así como aquellas figuras por las que llegó a sentir auténtica admiración.
Pero no es esa relación de libros lo más destacable de esta obra, no. El mayor goce lo encontramos en las disecciones de las ideas de sus escritores de cabecera. Miller se muestra brillante a la hora de condensar pensamientos y opiniones, de compararlas y enfrentarlas a las de otros autores -incluso a las suyas, claro está- mientras reúne un conjunto apabullante de fragmentos y citas que sólo invita a seguir devorando lo que tenemos entre manos. Hay nombres a los que presta más atención: Cendrars, Balzac, Henty, Dostoievski, Conrad, Céline, Giono, Whitman o Haggard pueden catalogarse como los más representativos de una primera parte que, ya decimos, nunca tuvo continuación. Una penosa interrupción que otorga aun más valor si cabe a esta pasional declaración de amor hacia el Hombre y la Vida.

Los Libros en mi Vida [PDF]

Henry Miller



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